viernes, junio 16, 2006

Que rock ni que nada

Por azares del destino, un poco de ineficiencia burocrática del IFE mezclada con la irresponsabilidad en el cuidado de los documentos propios, un servidor no cuenta con credencial de elector para votar en una de las elecciones más cerradas de la historia de los Estados Unidos Mexicanos.

Al respecto he recibido en más de una ocasión criticas y ya algunos intransigentes dispararon las primeras voleas en dirección mía, muy al son de “Tu rock es votar”, “Si no votas, cállate”. Algunos lo han hecho con la firme convicción de que si uno no emite un voto, de alguna forma pierde su derecho de criticar u opinar al respecto del futuro presidente del país. Otros más moderados han apuntado que la opinión de aquellos que no voten deberá de tener menos peso que la de los ciudadanos concientes que acudirán a las urnas a votar por uno de los tres partidos políticos de los cuales la mayoría de ellos desconfían.

Sobre este tema me gustaría descargar algunos comentarios y posteriormente proclamar un compromiso.

A los más intransigentes, a aquellos que de alguna forma creen que para ser un ciudadano derechohabiente es requisito votar, solo puedo recordarles que el voto es un derecho y no una obligación. Hasta donde sé en este país el único requisito para adquirir la ciudadanía es cumplir con el servicio militar, en el caso de los hombres, pues las mujeres solo necesitan cumplir la mayoría de edad.

Sin embargo entiendo la naturaleza de estas ideas, las considero intolerantes, pero las entiendo, en algún momento yo esgrimí argumentos similares. En un país tan necesitado de reformas políticas, tan urgido de gobernantes que trabajen es frustrante ser parte de una sociedad civil apática y desinteresada, una sociedad civil que opina con mayor coherencia sobre porque México no pudo batir al portero de Angola que sobre que necesita, a su parecer, el país. Lo entiendo.

Empero, esa apatía es el resultado de décadas de sopor político propiciado por la clase gobernante de antaño y ahora exacerbado por la clase política contemporánea. Es innegable que las campañas políticas se han basado en las imágenes de los candidatos y no en las propuestas y las ideas. El estira y afloja entre los tres polos del poder político es una telenovela que aunque interesante en sus maquinaciones resulta repulsivo para el grueso de la población.

Además, los seis años del cambio solo le han mostrado al ciudadano mexicano lo intransigente de sus gobernantes y han terminado de confirmarle una verdad que ya asomaba desde hace tiempo; aquel diputado, senador, delegado, presidente municipal, gobernador ó presidente, no lo representa a él.

Así regreso al tema de esta misiva. La apatía generalizada del país es producto de un sistema decadente y muestra una protesta enmascarada, porque alli donde ha existido alternancia (pienso en mi natal Naucalpan) nada ha cambiado y si acaso ha cambiado lo que se modificó fue la problemática y las soluciones no llegan. Y cómo habrían de llegar si lo único que ocupa a la clase política del país es como obtener más poder, como posicionarse mejor para que en la siguiente elección intermedia ó en el siguiente cambio de administración tengan más poder. Para mí es casi un axioma: Los políticos no se ocupan de las necesidades del país, y a riesgo de cometer una atroz generalización creo que mucho mexicanos comparten de alguna forma este sentimiento.

Entonces, una campaña que pretende estimular el voto y la participación de la sociedad en la problemática del país como la de “Tu rock es votar” que equipara el no votar con la perdida del derecho a opinar me parece francamente ofensiva. El abstencionismo que invade a este país debería de encender alarmas en los partidos e instituciones políticas, sin embargo no lo hace y creo que atribuir el fenómeno del abstencionismo al electorado seria equiparable a atribuir la marginación a los malditos pobres que no se esfuerzan más.

Retornando a lo personal, llevo ya algunos meses habituándome a la idea que no podré mostrar mi pulgar entintado el 3 de julio y durante algunas semanas me alegró pues no tendría, razonaba, que tomar la muy difícil decisión de por quien votar, y ahora sé que por esto, además de por todo lo expuesto anteriormente, me molestaban tanto los comentarios de algunos ilustres personajes. Era porque yo tenia y tengo muchas ideas al respecto de lo que pasa y del camino que debe tomar el país y me frustra de sobre manera no poder emitir mi voto para exteriorizar esas ideas.

Así llego a mi compromiso, aunque no tengo credencial de elector, sí estoy registrado en el padrón electoral del IFE y como ciudadano mexicano emitiré un voto de conciencia. El 2 de julio me comprometeré conmigo y con mi país a tomar una decisión y votar, aunque sea de forma etérea, por alguno de los 5 candidatos presidenciales (no, el Dr. Simi no cuenta). Alguien podrá argumentar que tal ejercicio es inútil pues mi voto de conciencia no se vera reflejado en los resultados del IFE y podrá tener razón, sin embargo es importante que asuma la responsabilidad que confiere la democracia al ciudadano común, a mí.